#ElPerúQueQueremos

Agricultura de maceta

Artículo escrito por Richard Webb, publicado en el diario El Comercio 

Publicado: 2013-08-26

Agricultura de maceta” fue el calificativo que le brotó al ministro de Agricultura cuando conoció los resultados del reciente censo agropecuario. Los datos constataban que el 82% de los fundos agrícolas eran minúsculos (medían menos de cinco hectáreas) y que esa proporción minifundista había aumentado desde el censo anterior, realizado en 1994.

El nuevo censo tuvo el efecto de traernos, literalmente, a tierra, enfriando la ilusión creada por la dramática expansión agroexportadora, propulsada por fundos de gran escala y alta tecnología en la costa, y creando una imagen de creciente pauperización en el campo.

Desde hace dos décadas, aparecen ochenta nuevos minifundios al día en algún paraje del territorio, cifra que empequeñece los logros de atención técnica citados por el gobierno y programas de ayuda privadas. Hasta el momento, solo uno de cada diez agricultores de la sierra cuenta con ayuda técnica.

Pero antes de caer en el pesimismo cabría echarle una mirada más atenta a la idea, que es casi un mito, de que la “agricultura de maceta” no tiene futuro. Hay una abundante evidencia, tanto del Perú como de otros países, que el minifundio no es sinónimo de atraso y de pobreza.

El caso más impactante es el de China, donde no existe la gran agricultura: un 98% de sus predios tiene menos de dos hectáreas. Sin embargo, la producción agropecuaria china ha sido un poderoso motor de crecimiento. Desde 1960 aumenta a una tasa de 5,9% al año, más del doble del 2,4% alcanzado durante la famosa “revolución verde” de India, que también fue un logro de pequeños productores.

El caso opuesto fue el de la Unión Soviética, donde la colectivización de la mayor parte de la tierra fue un fracaso absoluto. Al final del día, gran parte de los alimentos consumidos por los soviéticos eran cultivadas en miniparcelas caseras, toleradas a regañadientes por las autoridades.

Pero la experiencia más convincente es la de la casa propia. El éxito de la agricultura peruana de los últimos veinte años no se limita a los grandes fundos agroexportadores de la costa. Ha sido igualmente espectacular en cultivos que en el Perú son esencialmente de minifundio, por ejemplo, la papa, cuya producción ha crecido a 5,3% anual en ese lapso, y el maíz amiláceo duro, con 5,5% al año.

Otros cultivos de minifundio, como el olluco, la haba, el pallar, la yuca, la cebolla y la arveja crecieron a tasas superiores al 4% anual. Del mismo modo, la producción de leche creció a 4,4%. Se trata de una dinámica que está entre los éxitos agropecuarios más saltantes de la historia mundial, más aún si se tienen en cuenta las difíciles condiciones del terreno.

Encima, todo eso se ha logrado casi sin asistencia técnica, sin crédito y con una aún muy limitada modernización tecnológica. Sin duda, el minifundio no es la condena que se creía, ni menos merece el menosprecio que ha recibido. Más bien, se va configurando como un camino interesante y viable para el progreso del campesino.

(*) Director del Instituto del Perú de la USMP

Más información: http://elcomercio.pe/


Escrito por

CEPESRURAL

Centro Peruano de Estudios Sociales (CEPES) ¡Somos una ONG que apuesta por el Desarrollo Rural! Síguenos: @CEPES_RURAL


Publicado en

CEPESRURAL

¡Apostando por el Desarrollo Rural...! Nuestros TEMAS: Agricultura, Seguridad Alimentaria, Recursos Naturales, Cambio Climático.