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El Perú debe utilizar su riqueza genética para enfrentar al cambio climático

Artículo de La Revista Agraria N° 171, publicación del CEPES, que se distribuyó con el diario La República.

Publicado: 2015-04-06

Escribe: Fernando Eguren (1)

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Un reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) subraya la gran importancia del uso y aprovechamiento de los recursos genéticos para reducir los impactos negativos del cambio climático(2). El informe nos lleva a reflexionar acerca de si en el Perú las políticas públicas alientan el desarrollo de una agricultura orientada a la valorización de nuestros propios recursos genéticos. No parece ser el caso, pues, desde hace más de dos décadas, los diferentes gobiernos han priorizado una agroindustria moderna de gran escala que, en la búsqueda de lograr las más alta rentabilidad económica y competitividad en el mercado internacional, tiende a reducir la variabilidad genética. Caracterizada por el monocultivo, la estandarización de las variedades cultivadas y la generalización de métodos industriales de producción, esta agroindustria pareciera que va a contracorriente de una agricultura y una seguridad alimentaria sostenibles, realzadas, ambas, por el mencionado documento.

Según el informe, hasta hoy no se ha dado la debida importancia a la contribución de los microorganismos y los recursos genéticos invertebrados en la agricultura y en la producción de alimentos (creación y mantenimiento de los suelos, polinización, control biológico de pestes). Una de las razones es que la interacción entre los recursos genéticos para la agricultura y la producción de alimentos, y el cambio climático, no ha sido debidamente estudiada y evaluada. En los futuros sistemas de producción agrícola —afirma la FAO—, serán esenciales los cultivos, ganados, especies forestales y organismos acuáticos que puedan sobrevivir y producir en los climas futuros. Muchos de los programas de investigación que se realizan actualmente tendrán, pues, que modificarse para integrarlos de manera prioritaria.

Los impactos a los que el Perú se enfrenta

Aun cuando los mayores impactos negativos del cambio climático se apreciarán en los años y décadas venideros, en muchas regiones del mundo se evidencia actualmente la baja de los rendimientos del trigo y del maíz. Según el Minam(3), en el Perú, cultivos tan importantes para la alimentación de los peruanos, como el maíz, la papa y el arroz, serán afectados. De acuerdo con la misma fuente, las sequías, las inundaciones, las heladas, las granizadas y las fuertes lluvias se incrementaron seis veces entre 1997 y 2006; la fauna y la flora biodiversa de la Amazonía corre el riesgo de extinción; cerca del 90 % de la infraestructura vial del país es vulnerable a los eventos climáticos; y se estima que en cuatro décadas el Perú tendrá solo el 60 % del agua que tiene hoy. Según un estudio del Banco Central de Reserva realizado en 2009, un aumento del 2 % en la temperatura máxima y de 20 % en la variabilidad de las lluvias, al 2050, generaría una pérdida de 6 % respecto al PBI potencial en el año 2030, mientras que en el año 2050 las pérdidas serían superiores al 20 %.(4)

¿Cuáles son las recomendaciones de la FAO?

El informe de la FAO llega a dos conclusiones a las que hay que prestar atención. La primera es que se debe identificar, conservar y aprender cómo se usan los recursos genéticos para la agricultura y la alimentación. Esta recomendación es tanto más importante por cuanto muchos recursos genéticos —enfatiza el informe— están en riesgo de extinción y requieren medidas efectivas de conservación. Muchos de estos recursos tienen que ser preservados in situ, lo que implica que quienes los mantienen —en su mayoría, campesinos— deben ser apoyados financieramente o de otros modos que contribuyan a mantener o mejorar su calidad de vida.

La segunda conclusión es la necesidad de promover un enfoque integrado, adaptativo y ecosistémico de la gestión de los recursos genéticos para la agricultura y la alimentación. Ello requiere la acción conjunta y colaborativa de varios actores, incluyendo aquellos involucrados en la gestión ambiental y el desarrollo económico.

Las recomendaciones de la FAO conducen al rechazo de prácticas que destruyen la biodiversidad y reducen la resiliencia de los ecosistemas, y contribuyen a sustentar la conveniencia de priorizar políticas públicas que promueven el desarrollo de una agricultura orgánica que ayude a la conservación de los recursos genéticos.

Necesitamos políticas públicas sobre recursos genéticos

Las observaciones de la FAO son especialmente pertinentes para el Perú, por tres razones. En primer lugar, porque es uno de los países que serán más afectados por el cambio climático. En segundo lugar, porque sus impactos afectan a la agricultura —y a los agricultores—, más que a cualquier otro sector social y económico(5). En tercer lugar, porque el Perú tiene una inmensa diversidad biogenética cuyo aprovechamiento le daría muchas ventajas para adaptarse a los impactos negativos del cambio climático, ventajas que, resulta claro, pueden serlo solamente si se construyen sobre la base de políticas y acciones concretas.

El problema es que no solo carecemos de tales políticas y acciones, sino que estas van en sentido contrario a las predominantes, que promueven, al menos desde mediados de la década de 1990, una agroindustria a gran escala caracterizada —como ya vimos— por el monocultivo. Como anotan Beus y Dunlap(6), se trata en realidad de dos paradigmas en competencia —la agricultura convencional y la alternativa—, cuyas diferencias se pueden resumir en seis dimensiones: centralización —versus— descentralización; dependencia —versus— independencia; competencia —versus— comunidad; dominación de la naturaleza —versus— armonía con la naturaleza; especialización —versus— diversidad; explotación —versus— uso controlado.

Es imperativo que en el Perú haya un debate acerca de qué tipo de agricultura se debe apoyar, tomando en cuenta su capacidad de responder adecuada y sosteniblemente a los desafíos del cambio climático (y que, al mismo tiempo, contribuya a la construcción de una sociedad más equitativa y menos desigual). Es necesario que en la elaboración de las políticas públicas sobre este tema se puedan superar —como criterios únicos de priorización— la competitividad y la rentabilidad (que fundamenta la agroindustria de gran escala).

Notas

1  Sociólogo. Director de La Revista Agraria y presidente del Cepes.

2  FAO. Coping with climate change. The roles of genetic resources for food and agriculture (Hacer frente al cambio climático. El papel de los recursos genéticos para la alimentación y la agricultura). Roma, 2015. Se puede encontrar en

<http://www.fao.org/3/a-i3866e.pdf>.

3  Ver Ministerio del Ambiente (Minam). ¿Por qué el Perú es el tercer país más vulnerable al cambio climático?

<http://bit.ly/YmwEi5>.

4  Vargas, Paola. El cambio climático y sus efectos en el Perú. BCR, 2009.

<http://bit.ly/1H6jYgg>.

5  Sobre el tema, puede consultarse la también reciente publicación de la FAO: The impact of natural hazards and disasters on agriculture and food and nutrition security. A call for action to build resilient livelihoods (El impacto de los desastres y los peligros naturales en la agricultura y la seguridad alimentaria y nutricional. Un llamado a la acción para construir modos de vida resilientes). Marzo, 2014.

<http://www.fao.org/3/a-i4434e.pdf>.

6  Curtis E. Beus y Riley E. Dunlap. «Conventional versus alternative agriculture: The paradigmatic roots of the debate» («Agricultura convencional versus alternativa: las raíces paradigmáticas del debate»). Rural Sociology 55, 1990.


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