ya acabó su novela

La colonización San Lorenzo: cincuenta años después (2)

Publicado: 2010-12-07

Sembrando el desierto

La Irrigación y Colonización San Lorenzo es el distrito de riego que con mayor acierto ha practicado la diversificación de cultivos: actualmente son 35 mil las hectáreas bajo riego, donde el mango y el limonero ocupan la mayor área (14 mil y 8 mil ha, respectivamente). Además de estos productos, se siembra arroz, menestras, algodón, palto, maíz, entre otros.

Hasta 2007, la rentabilidad de los productores de mango se mantuvo en niveles altos. Sin embargo, las últimas campañas han sido complicadas para aquellos, sobre todo porque el boom de la agroexportación hizo que la siembra del producto creciera de manera desordenada, lo que llevó a que los precios cayeran a niveles muy bajos (S/.4 la jaba de 20 kilos de mango de exportación). Este año las cosas parecen mejorar para los productores: en el inicio de la cosecha se están logrando precios de hasta S/.27 la jaba.

Productos como el limón, el arroz y el maíz mantienen niveles de rentabilidad aceptables en estos años, lo que ha permitido a los productores de San Lorenzo invertir sus ganancias en otros negocios que les generan ingresos adicionales, fuera de la actividad agraria. «Nosotros, a partir de la chacra, hemos podido tener otro tipo de negocios: ahora hay agricultores que siembran flores y las llevan a vender a Piura; muchos tienen sus ferreterías, sus tiendas, casas comerciales y diferentes negocios que poco a poco los van ampliando», señala Francisco Ojeda, agricultor y dirigente del valle de San Lorenzo.

El ingeniero Ángel Gamarra, presidente de la Asociación de Productores de Mango, destaca que a casi cincuenta años del inicio de la colonización, «Tambogrande es una zona emergente, con hoteles, restaurantes, tiendas. Se ve mucha inversión, mucho movimiento. Hay mejoras notables en cuanto a generación de empleo, vías de acceso, etc.».

La unión hace la fuerza

El informe de evaluación de impacto realizado en 1982 por el Banco Mundial señala entre sus hallazgos que «la característica más llamativa del proyecto fue el establecimiento de organizaciones de productores fuertes y eficientes. Estas organizaciones de agricultores fueron capaces de organizarse, para hacer frente a las crecientes dificultades y para mantener niveles satisfactorios de vida y seguridad para todos los colonos».

A lo largo de estos cincuenta años los agricultores han mantenido el espíritu asociativo que les permite obtener mejores precios para sus productos, desde la ya célebre Asociación de Colonos de San Lorenzo, pasando por las cooperativas agrarias de producción, hasta las actuales asociaciones de productores. Hay, incluso, experiencias de asociaciones que han logrado instalar miniplantas de procesamiento de mangos. Esta unión de los agricultores les permitió en 2002 expulsar a la compañía minera Manhattan, que pretendía explotar la mina de oro ubicada en pleno corazón del valle.

Pero no todo ha sido color de rosa en este tiempo. A los recientes problemas de rentabilidad se suma la nula investigación y extensión agraria por parte del Estado. Desde 1976, en que se terminaron las obras del proyecto, se dejaron de lado las investigaciones de nuevos cultivos, e incluso la estación experimental que se instaló en el valle ha dejado de funcionar. Y si bien los colonos han conseguido adecuarse a la Ley General de Recursos Hídricos y convertirse en una de las juntas de usuarios más organizadas del país, han sido pocos los esfuerzos que se han hecho por mantener en buen estado la infraestructura mayor del sistema de riego. En la actualidad subsisten serios problemas de salinización de los suelos, provocados por una deficiente infraestructura de drenaje.

El ingeniero Seminario resume de esta manera el cambio en la vida de varios de los colonos que llegaron a San Lorenzo: «El salto de una persona que vivía criando cabras en el monte, en zonas que solo tenían algo de vegetación, en una economía totalmente marginal, y que de pronto se convierte en propietario de un terreno y con un equipo inmenso de profesionales alrededor de él, simplemente lo convierte en otra persona».

La convocatoria para la subasta de tierras en Olmos (Lambayeque) se realizará entre finales de noviembre y comienzos de diciembre. Se trata de 38 mil ha que estarán, en el mejor de los casos, en manos de cuarenta personas o empresas, un número que dista mucho de los 1,300 colonos que hace cincuenta años llegaron a ocupar las 20 mil ha de la Irrigación San Lorenzo; agricultores que, a pesar de las dificultades mencionadas, consiguieron ganarle terreno al desierto piurano y convertirlo en uno de los valles más productivos del Perú.

Artículo publicado en LA REVISTA AGRARIA número 124 en el mes de Noviembre con el diario La República.

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