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Editorial: "El sector agrario en los planes de gobierno"

Publicado: 2011-03-08

Es una lástima que la campaña electoral se esté diluyendo en acusaciones recíprocas entre los candidatos y en trivialidades. No se sabe con precisión, de manera explícita, cuáles son las prioridades de cada partido. Y en los raros momentos en que entran al debate serio, surge inevitablemente la sospecha de que lo que afirman y proponen son mensajes calculados para seducir a tal o cuál sector social para obtener sus votos, y que probablemente tienen poco que ver con lo que harán una vez en el gobierno.

Afortunadamente, los partidos están obligados a presentar sus planes de gobierno a las autoridades electorales, y se pueden encontrar en sus respectivas páginas web.  Ello es importante, aunque no reemplaza la exposición y el debate público de esos planes –entre otras razones porque aún sólo una minoría de los votantes puede acceder a Internet-. En esta edición de LRA hacemos una primera aproximación crítica a los planteamientos de política agraria de los partidos.

Pero aún accediendo a la lectura directa de los planes de gobierno queda la sensación de que las prioridades no están claras, quizá porque por razones de exposición –pero también de concepción- los diagnósticos y las propuestas en estos planes asumen la realidad como un mosaico con piezas aisladas las unas de las otras: la minería, el agro, la manufactura, la salud, la educación, el empleo, etc.

El país es visto así como una diversidad de sectores bastante inconexos, y cada uno de ellos es diagnosticado para dar lugar luego a propuestas. El resultado final es una larga lista de ofrecimientos y propuestas específicas de política que resultan en dos problemas: por un lado, la dificultad de establecer qué es lo prioritario en esas listas y, por otro, en qué medida las distintas propuestas no solamente son compatibles entre sí, sino si generan o no sinergias.

El problema es que los partidos no definen con claridad cuáles son sus grandes objetivos ni la naturaleza de los grandes problemas que tendrán que enfrentar. Son éstos los que deberían ordenar, orientar y priorizar luego las propuestas sectoriales.

Como ejemplo: el desarrollo socioeconómico del país ¿debería construirse sobre el fortalecimiento del mercado interno? Si lo es, ¿cuáles son las políticas sectoriales que conduzcan a ese objetivo? ¿Cuáles son las políticas en el plano agrario, minero, tributario, comercial, más adecuadas para lograrlo? Si además se plantea que el desarrollo debería ser sostenible –hoy todos están de acuerdo en esto, aunque sea de palabra- ¿cuál es la política energética adecuada? ¿Cuál la política agraria, forestal, pesquera? No cualquier política contribuye al fortalecimiento del mercado interno ni a la sostenibilidad del desarrollo.

Otro ejemplo: todos están de acuerdo –suponemos- en aceptar que el cambio climático es una amenaza real y que las perspectivas a futuro son realmente muy preocupantes para el mundo y particularmente para nuestro país. Entre otras cosas, impactará la agricultura que es la base de nuestra seguridad alimentaria. Sin embargo, la ausencia de referencias a este problema global es casi general en los planes de gobierno y, cuando es mencionado, aparece más bien de manera retórica. Las posibilidades de que la población peruana mejore realmente su calidad de vida de manera sostenible dependen en buena medida de la respuesta que se den a desafíos de esta magnitud.

Aunque con escepticismo, no podemos sino reclamar que los partidos en la contienda electoral no sólo se limiten a ofrecimientos puntuales sino que expliciten cuáles son sus grandes objetivos orientadores.

Es una lástima que la campaña electoral se esté diluyendo en acusaciones recíprocas entre los candidatos y en trivialidades. No se sabe con precisión, de manera explícita, cuáles son las prioridades de cada partido. Y en los raros momentos en que entran al debate serio, surge inevitablemente la sospecha de que lo que afirman y proponen son mensajes calculados para seducir a tal o cuál sector social para obtener sus votos, y que probablemente tienen poco que ver con lo que harán una vez en el gobierno.

Afortunadamente, los partidos están obligados a presentar sus planes de gobierno a las autoridades electorales, y se pueden encontrar en sus respectivas páginas web. Ello es importante, aunque no reemplaza la exposición y el debate

público de esos planes –entre otras razones porque aún sólo una minoría de los votantes puede acceder a Internet-. En esta edición de LRA hacemos una primera

aproximación crítica a los planteamientos de política agraria de los partidos.

Pero aún accediendo a la lectura directa de los planes de gobierno queda la sensación de que las prioridades no están claras, quizá porque por razones de exposición –pero también de concepción- los diagnósticos y las propuestas en estos planes asumen la realidad como un mosaico con piezas aisladas las unas de las otras: la minería, el agro, la manufactura, la salud, la educación, el empleo,

etc. El país es visto así como una diversidad de sectores bastante inconexos, y cada uno de ellos es diagnosticado para dar lugar luego a propuestas. El resultado final es una larga lista de ofrecimientos y propuestas específicas de política que resultan en dos problemas: por un lado, la dificultad de establecer qué es lo prioritario en esas listas y, por otro, en qué medida las distintas propuestas no solamente son compatibles entre sí, sino si generan o no sinergias.

El problema es que los partidos no definen con claridad cuáles son sus grandes objetivos ni la naturaleza de los grandes problemas que tendrán que enfrentar. Son éstos los que deberían ordenar, orientar y priorizar luego las propuestas sectoriales.

Como ejemplo: el desarrollo socioeconómico del país  ¿debería construirse sobre el fortalecimiento del mercado interno? Si lo es, ¿cuáles son las políticas

sectoriales que conduzcan a ese objetivo? ¿Cuáles son las políticas en el plano agrario, minero, tributario, comercial, más adecuadas para lograrlo? Si además

se plantea que el desarrollo debería ser sostenible –hoy todos están de acuerdo en esto, aunque sea de palabra- ¿cuál es la política energética adecuada? ¿Cuál la política agraria, forestal, pesquera? No cualquier política contribuye al fortalecimiento del mercado interno ni a la sostenibilidad del desarrollo.

Otro ejemplo: todos están de acuerdo –suponemos- en aceptar que el cambio climático es una amenaza real y que las perspectivas a futuro son realmente muy preocupantes para el mundo y particularmente para nuestro país. Entre

otras cosas, impactará la agricultura que es la base de nuestra seguridad alimentaria. Sin embargo, la ausencia de referencias a este problema global es casi general en los planes de gobierno y, cuando es mencionado, aparece más bien de manera retórica. Las posibilidades de que la población peruana mejore realmente su calidad de vida de manera sostenible dependen en buena medida de la respuesta que se den a desafíos de esta magnitud.

Aunque con escepticismo, no podemos sino reclamar que los partidos en la contienda electoral no sólo se limiten a ofrecimientos puntuales sino que expliciten

cuáles son sus grandes objetivos orientadores.

Artículo publicado en LA REVISTA AGRARIA número 126 en el mes de Febrero con el diario La República.

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