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Gráfico 1

Agro Data: Autoconsumo, seguridad alimentaria y nutrición en el Perú

Publicado: 2012-11-06

Artículo escrito por Miguel Ángel Pintado Linares (CEPES), para La Revista Agraria

El problema de la desnutrición infantil sigue siendo grave, incluso a pesar de mejoras recientes. Afecta, sobre todo, a la población rural. Si gran parte de los pequeños agricultores produce para el autoconsumo, ¿ello no debería fortalecer su seguridad alimentaria y, por tanto, traducirse en una buena nutrición de sus hijos? Como veremos, no es posible sacar conclusiones a priori acerca de que un mayor destino de la producción para el autoconsumo asegurará una buena nutrición de los niños. Tampoco hay una relación directa entre agrobiodiversidad y una buena alimentación, tal como se demostró en LRA 143.

Empecemos evaluando el mapa de desnutrición crónica en el Perú(1) (ver gráfico 1). Los únicos departamentos con niveles inocuos de desnutrición crónica infantil son los de la costa central, costa sur y Tumbes. La situación más crítica se ubica en el centro del país, así como en algunas regiones de la selva. Los departamentos con mayor presencia de desnutrición crónica infantil (en adelante D.C.) coinciden con aquellos en los cuales se destina una mayor parte de la producción al autoconsumo (ver cuadro 1). Para comparar solo algunos casos: los departamentos de Huancavelica y Cajamarca presentan porcentajes de D.C. de 36.7 y 27.8, a la vez que la importancia del autoconsumo respecto de la producción total en estos son del orden del 32.7% y 29.8%. En contraste, Tacna  y  Tumbes poseen, respectivamente, 3.4% y 9.8% de D.C., en tanto que la participación del autoconsumo representa 0.9% y 4%, respectivamente.

La respuesta a esta posible contradicción entre un mayor nivel de autoconsumo y un mayor grado de desnutrición se debe, principalmente, a la composición de cultivos que producen las familias y, junto con ello, al grado de vinculación al mercado. Si observamos con cuidado los departamentos con mayor presencia de D.C., encontramos que los principales cultivos poseen un bajo valor nutricional: cultivos como la papa, la yuca y el camote presentan un bajo contenido energético debido a su alto contenido de agua (entre el 80 y 90%, aproximadamente). Como se aprecia en la columna de clasificación, son los granos los que tienen un mayor contenido de proteínas. Sin embargo, sabemos que la dieta de las regiones más pobres y con altos niveles de desnutrición está compuesta, fundamentalmente, de papa, camote o yuca. Asimismo, resulta crucial la presencia de las frutas en la dieta debido a su importante aporte de energías y minerales esenciales. Es interesante ver que, aunque Apurímac y Junín presenten una participación casi idéntica del autoconsumo, no ocurre lo mismo en cuanto a sus niveles de desnutrición: el primero tiene un 28.9% de D.C. y su dieta se basa en tubérculos, mientras que el último presenta un 20.8% de D.C. y gran parte de su dieta la componen las frutas. Cabe resaltar que también clasificamos las frutas de acuerdo con su valor nutricional. No es casual, entonces, el hecho de que Moquegua presente bajísimos niveles de D.C., en tanto posee en su dieta frutas con alto valor nutricional.

Cuadro 1

Por último, debemos tener presente que mayores niveles de participación del autoconsumo implica que una menor parte de la producción se está destinando a las ventas. Esta poca relación con el mercado hace que la canasta de consumo no sea variada. En zonas con mayor altitud, la situación es más grave aún, debido a la poca variedad de productos y el escaso acceso a mercados (la distancia entre el lugar de producción y de venta se incrementan, al igual que los costos de transporte). Ante la insuficiencia del mercado, el trueque coexiste en las economías de autoconsumo y permite un reducido margen de canasta diferenciada. Asimismo, el precio de los productos juega un rol crucial: regiones en donde se hace un cultivo intensivo en frutas, difícilmente posean altos niveles de D.C., ya que su vinculación al mercado es mayor y la rentabilidad de la venta de sus productos también lo es (el precio de las frutas es mayor en promedio al de los granos, tubérculos y raíces), permitiendo a las familias comprar otros productos de consumo y logrando, en efecto, una dieta más diversificada y con mayor valor nutricional.

Notas

1 Es particular la semejanza de este mapa con el de pobreza multidimensional presentado en una pasada edición de LRA. Dicha paridad se debe a que uno de los indicadores de este índice de pobreza es, precisamente, una variable de información nutricional: deficiencia calórica.

2 Los criterios de clasificación de los cultivos se basan en los valores nutricionales correspondientes a cantidad de calorías, proteínas, minerales esenciales (hierro, zinc, magnesio), entre otros. Basado en: «Tablas peruanas de composición de alimentos». Centro Nacional de Alimentación y Nutrición. Instituto Nacional de Salud. Lima, 2009.

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