Alimentar al mundo con quinua, pero sin descuidar la alimentación local
Artículo escrito por César Laqui , para La Revista Agraria
Este año, 2013, se celebra en el mundo el «Año Internacional de la Quinua». La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) —por iniciativa del gobierno boliviano, secundado por el gobierno peruano— ha sido la impulsora de este reconocimiento a nuestro grano milenario, considerando sus grandes atributos nutricionales y el papel que desempeña en la seguridad alimentaria, sobre todo de la población andina. En el mundo se habla de las grandes virtudes y el potencial de la quinua; sin embargo, existe la percepción de que se está dejando de lado a los pequeños productores de subsistencia, quienes deberían ser los actores principales y los más beneficiados, pues se trata de poblaciones en pobreza y extrema pobreza.
Un primer problema que se debe tener en cuenta es la grave y constante reducción del consumo de quinua por la población. En el Perú, la primera región productora de quinua es Puno, que concentra alrededor del 80% de la producción; paradójicamente, los hábitos de consumo del grano han cambiado en los últimos años en esa región. El ingeniero Wilber Chaucha Jove, exjefe del Proyecto Regional Quinua del Ministerio de Agricultura en Puno, expresa con preocupación que «hace quince años, el consumo anual de quinua por persona, en la región, era de aproximadamente 5 kilos. En la actualidad, solamente se consume medio kilo por año, lo que significa una drástica disminución».
Dificultades para acceder a la quinua
Si uno visita la feria dominical o k´hato de la ciudad puneña de Ilave —uno de los principales centros de producción y comercialización de quinua—, podrá observar la fuerte presencia de comerciantes intermediarios. Estos acopiadores son los que concentran la producción local, llegando a ofrecer hasta 10 toneladas de quinua a un precio de S/.85 la arroba1. Estamos hablando, principalmente, de la variedad blanca de Juli, cuyo precio bordea los S/.7.40 por kilo. Todo esto convierte a la quinua en un alimento de lujo y poco accesible para el poblador local. «La quinua es comercializada de manera informal en las ferias dominicales», asevera el ingeniero George Cotrado Ticona, jefe de la agencia zonal de Agrorural en la provincia puneña de El Collao y responsable de la implementación de varios proyectos de quinua. El ingeniero Cotrado calcula que semanalmente se comercializan 30 toneladas del cultivo en sus diferentes variedades.
«Los intermediarios son los encargados de acopiar y comercializar el producto en los diferentes mercados nacionales, llegando a duplicar y hasta triplicar sus precios, dependiendo de la estacionalidad del cultivo », revela. Los altos precios en el mercado se convierten entonces en la principal causa para que las poblaciones locales tengan un menor acceso a la quinua (alimento fundamental de la canasta básica de las familias andinas).
El impacto del clima
Otra amenaza que enfrenta la quinua es la incertidumbre climática. El ingeniero Javier Zaira Ccalla, actual jefe del Proyecto Regional Quinua de Puno, revela que durante la presente campaña 2012-2013 «se han perdido, hasta la fecha, 635 hectáreas de quinua debido a las inundaciones, de un total de 31 mil 258 hectáreas de quinua instaladas en la región. Estas 635 hectáreas representan el 2.03%, esperándose un 3% al finalizar las lluvias. En los últimos cinco años, las pérdidas han bordeado el 3% de la producción regional de quinua». Este 3% —valorizado al precio de mercado— significa pérdidas por más de cinco millones y medio de soles, que son asumidas directamente por los pequeños productores puneños. De igual manera, las hectáreas que no se han perdido, pero sí han resultado afectadas, han reducido notablemente su rendimiento. Esto genera una menor oferta del producto, lo que ocasiona el aumento de los precios y, por consiguiente, que las poblaciones locales no puedan acceder al grano.
Son saludables las iniciativas internacionales para promover la quinua. Sin embargo, la alimentación del resto del mundo no debe significar un descuido de la alimentación local, porque eso traería severas consecuencias en la nutrición de las poblaciones andinas. Las autoridades regionales y nacionales deben garantizar estrategias y políticas que involucren y beneficien a los pequeños productores de quinua, sin arriesgar la seguridad alimentaria local y nacional.
Nota
1 Una arroba es una unidad de volumen que equivale a 11.5 kg.
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