Luces y sombras de la COP20
Artículo publicado en LA REVISTA AGRARIA N° 169 (enero 2014), publicación mensual del CEPES, que se distribuyó en todo el país con el diario La República.
Escrito por Beatriz Salazar (1)
Hace más de un mes se realizó en Lima la COP20 (2), y las opiniones acerca de sus resultados son diversas: mientras que para el gobierno peruano resultó un éxito, para distintas ONG ambientalistas fue un fracaso. En nuestra opinión, la COP20 logró algunos avances, pero insuficientes para garantizar que en la COP21 se logre un acuerdo que mantenga el calentamiento global dentro de límites manejables.
La COP20 concluyó con la aprobación de un documento bautizado como «Llamado de Lima para la Acción Climática»(3), que establece los elementos que deberá contener el nuevo acuerdo climático que se firmaría en la COP21. Pese a haber sido criticado por su ambigüedad y poca ambición, debe reconocerse que el «Llamado de Lima» salvó a las negociaciones del colapso, pues hubo un momento en que se temió un desenlace similar al de la COP15 de Copenhague, en 2009, recordada como un desastre.
En el penúltimo día de la COP20 hubo un entrampamiento a causa del rechazo de la mayoría de países en desarrollo a un primer borrador del «Llamado de Lima», pues no recogía los temas que consideraban prioritarios, sobre todo: el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas (RCPD), conforme al cual los países desarrollados deben asumir obligaciones mayores que los países en desarrollo para responder al cambio climático; la inclusión de la adaptación en el nuevo acuerdo y en las contribuciones nacionales(4); y el mecanismo de pérdidas y daños, que permitiría otorgar compensaciones a los países perjudicados por el cambio climático, cuando la adaptación ya no sea posible.
Ante este entrampamiento, el ministro del Ambiente, Manuel Pulgar-Vidal, como presidente de la COP20, inició consultas de última hora con los principales bloques de países a fin de redactar una nueva versión del documento, la que finalmente fue aprobada, aunque al precio de aceptar ambigüedades en los puntos más álgidos, lo que probablemente volverá a causar enfrentamientos en la COP21, de París. En este artículo comentaremos lo que consideramos como avances y limitaciones de la COP20.
LOS AVANCES
· Incorporación de la adaptación en el acuerdo climático y las contribuciones nacionales
En el «Llamado de Lima» se acordó que el nuevo acuerdo climático deberá «abordar de manera equilibrada [...] la mitigación, la adaptación, la financiación, el desarrollo y la transferencia de tecnología», y se aceptó la posibilidad de incluir la adaptación en las contribuciones nacionales. Esta era una de las principales demandas de los países en desarrollo. Sin embargo, en el documento no se detalla la información que deben dar los países acerca de sus medidas de adaptación o cómo se evaluarán. Este es un asunto pendiente para 2015.
· Reconocimiento del principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas (RCPD)
En la COP20, los países en desarrollo exigieron la inclusión del RCPD como una de sus principales demandas, lo que fue finalmente aceptado en el «Llamado de Lima». Sin embargo, se agregó la frase «teniendo en cuenta las diferentes circunstancias nacionales», lo que podría quitar fuerza al principio RCPD. Se teme que los países puedan excusarse de adoptar medidas drásticas de reducción de emisiones argumentando problemas económicos. Probablemente, el principio RCPD se convertirá en un tema controversial en la COP21.
· Inclusión del mecanismo de pérdidas y daños
En el «Llamado de Lima» se incluyó una mención al mecanismo de pérdidas y daños, que permitiría otorgar compensaciones en los casos en que la adaptación al cambio climático ya no sea posible. Sin embargo, este tema sólo ha sido mencionado en el preámbulo del texto, lo cual significa que tiene una menor fuerza.
LAS LIMITACIONES
· Vaguedad en el tema de las contribuciones nacionales
Un resultado esperado de la COP20 era la definición de la información que los países deben incluir en sus compromisos para luchar contra el calentamiento global, conocidos en la jerga climática como «contribuciones nacionales». En el «Llamado de Lima» se acordó incluir información cuantificable, plazos, periodos de aplicación, ámbito y cobertura, etc., pero en vez de establecer que los países deberán incluir esta información en sus contribuciones, se utiliza la ambigua frase podrán incluir. El problema es que esta última les da a los países la opción de incluir o no incluir esa información en sus contribuciones. Como consecuencia, podrían elegir si cuantifican o no sus metas, si tendrán o no línea de base, si establecen o no plazos, etc. Tampoco habrá un proceso formal de revisión de cada contribución nacional antes de la COP21: solo habrá un informe que calculará si la suma de todas las contribuciones es suficiente para no superar los dos grados de aumento de temperatura, pero eso no basta para determinar si son suficientemente ambiciosas individualmente.
· Insuficiente acción climática comprometida hasta 2020
Según el reporte sobre brecha de emisiones del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) (5), los compromisos actuales de mitigación al año 2020 son insuficientes para lograr el objetivo de no superar los dos grados de aumento de temperatura. Habría una brecha de 8 a 10 gigatoneladas de emisiones, y esa brecha no podrá cerrarse con los compromisos actuales.
INSUFICIENTES RECURSOS PARA EL FONDO VERDE
En la COP20, el Fondo Verde logró superar la barrera de USD 10 000 millones para financiar la mitigación y adaptación al cambio climático, pero esto es solo el 10 % de los USD 100 000 millones anuales acordados hace unos años. Según el PNUMA, el costo de adaptación para los países en desarrollo superará con creces los USD 70 000 - 100 000 millones anuales para el año 2050. Este es otro de los temas que podrían complicar las negociaciones este año.
Consecuencias para el Perú
La Asociación Independiente de América Latina y el Caribe (Ailac) —grupo de negociación climática que integra el Perú— respaldó la inclusión de la adaptación tanto en el nuevo acuerdo climático como en las contribuciones nacionales. El Perú, para ser coherente en sus planteamientos, debe incluir medidas de mitigación y adaptación en su propia contribución nacional, e incluir en ella toda la información contemplada en el «Llamado de Lima». Por otro lado, debería seguir el ejemplo de Chile y someter las contribuciones nacionales a consulta pública.
En una de sus intervenciones durante la COP20, el presidente Ollanta Humala dijo esperar que el Acuerdo de Lima «lleve a un cambio en los paradigmas del desarrollo». Celebraríamos esta afirmación si fuera sincera, pues la comunidad científica ya está advirtiendo que cuatro sistemas cruciales para mantener la estabilidad del planeta —entre ellos, el cambio climático— han sido peligrosamente comprometidos por la actividad humana, especialmente en su dimensión económica. Lamentablemente, el relajamiento de estándares ambientales y sociales en aras de la promoción de inversiones en el Perú no significa un cambio, sino una profundización del modelo de desarrollo que está desequilibrando al planeta. Reclamamos mayor congruencia en el gobierno en sus compromisos climáticos.
Notas
1 Coordinadora del Observatorio de Cambio Climático del Cepes.
2 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático.
3 Texto del Llamado de Lima a la Acción Climática, en español en este enlace:
4 Compromisos que cada país asume para enfrentar el cambio climático.
5 United Nations Environment Programme environment for development.
Escrito por
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