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Los agricultores también se dedican a otras actividades: impacto en el ingreso

Artículo publicado en LA REVISTA AGRARIA N° 169 (enero 2014), publicación mensual del CEPES, que se distribuyó en todo el país con el diario La República.

Publicado: 2015-02-05

Escrito por Miguel Pintado (1)

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Probablemente, más de una vez hemos sido testigos —o quizá partícipes— de la necesidad de buscar un segundo empleo a fin de lograr cubrir las necesidades de efectivo para nuestros gastos familiares o personales. En el Perú, son muchos los casos en los que una persona divide su tiempo para alternar en otro trabajo (actividad secundaria). A fin de evitar ingresar en especulaciones, la información brindada por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) es crucial: de los 15 mi­­llo­nes 683 616 de ocupados en el país, el 23 % —es decir, 3 557 681 personas— tiene una segunda actividad que le permite generar mayores ingresos.

La segunda actividad en la agricultura peruana

Si, a nivel de país, una buena parte de la PEA ocupada se dedica a dos actividades, entonces resulta lógico hallar el mismo comportamiento, de manera más generalizada, en la agricultura peruana, por dos razones fundamentales: primero, las labores en la actividad agropecuaria son, en su mayoría, estacionales (épocas de siembra y cosecha) y brindan ingresos solo en estos periodos; segundo, la actividad agropecuaria es la actividad que genera menores ingresos en el Perú, reflejados en su baja productividad (los ingresos de la actividad son muy pequeños en comparación con la gran cantidad de mano de obra). Por tales razones, existen más incentivos para que un individuo que se dedica a la agricultura como actividad principal, opte por trabajar en una segunda actividad. En efecto, esta hipótesis la corroboramos a partir de la información presentada en el gráfico 1.

En 2013, la PEA ocupada nacional representa el 51 % de la población peruana. De este grupo que se encuentra laborando actualmente, el 24 % (3 759 261) se dedica a actividades agropecuarias, y, de estos últimos, el 28 % (1 037 054) trabaja en una segunda actividad, mientras que el 72 % restante sólo se dedica a la agricultura; es decir, tres de cada diez trabajadores agropecuarios trabaja en una segunda actividad. Es interesante observar la influencia, en los ingresos de la actividad principal, de contar con una segunda actividad. Si un trabajador agropecuario sólo se dedica a dichas labores, percibe —en promedio— S/. 307 al mes, pero si se dedicara también a una segunda actividad, percibiría S/. 389 al mes, solo de la actividad principal. En otras palabras, parece existir un efecto positivo sobre los ingresos agropecuarios cuando, además, se trabaja en otra actividad. Antes de profundizar en este efecto, veamos cuáles son las actividades secundarias más recurrentes (gráfico 2).

La agricultura aparece como la actividad secundaria más recurrente en trabajadores agropecuarios (573 514 = 55 %). ¿Cómo así? Esto tiene que ver con el trabajo dentro y fuera del predio. Un individuo puede dedicarse al manejo de sus tierras (actividad principal) y, a su vez, trabajar como jornalero o peón en otros predios (actividad secundaria). Luego de la agricultura, las actividades secundarias con mayor acogida son el comercio (15 %), los servicios (8 %), la manufactura (6 %) y la construcción (6 %). Una vez conocidas las actividades secundarias más recurrentes, veamos el efecto positivo de una segunda actividad en la composición de ingresos de los trabajadores agropecuarios.

El efecto positivo de la segunda actividad sobre los ingresos agropecuarios

Para efectos del presente artículo, concentraremos el análisis en solo dos zonas del país: la costa norte y la sierra sur (2). Estas zonas se eligieron porque corresponden a dos zonas geográficas más o menos opuestas, lo cual permite corroborar si la influencia de una segunda actividad se mantiene aún en espacios diferentes.

Los resultados de la primera fila de ambos cuadros no deberían parecernos ajenos, pues, conociendo las ventajas de la costa norte en términos de mayor acceso a recursos, financiamiento, menores costos de transporte, etc., sobre la sierra sur, resulta lógico que los ingresos agropecuarios (actividad principal) sean mayores en los primeros que en los segundos. Los resultados de la segunda fila tampoco deberían parecernos ajenos, ya que las actividades no agrícolas se caracterizan por una mayor productividad de la mano de obra y muchas de ellas se realizan en espacios urbanos (3). Sin embargo, cuando comparamos las dos primeras filas de los cuadros, encontramos hallazgos interesantes. Tanto en la costa norte como en la sierra sur, dedicarse a una actividad secundaria distinta de la agricultura traerá siempre mayores ingresos en la actividad principal (efecto positivo). ¿Por qué? Si observamos con detalle, la actividad secundaria agrícola solo genera S/. 131, frente a los S/. 324 en transportes, S/. 220 en servicios y S/. 200 en otras actividades, en la costa norte; y S/. 52 por actividad secundaria agrícola, frente a los S/. 443 en comercio, S/. 737 en servicios, etc., en la sierra sur. En efecto, las actividades secundarias no agrícolas, al generar mayores ingresos que las agrícolas, incrementan los flujos de efectivo y brindan una mayor estabilidad monetaria mensual. Esto, probablemente, es lo que crea una mayor autonomía financiera en los trabajadores agropecuarios, lo que se ve reflejado en mayores ingresos por su actividad principal. 

Aun en zonas geográficas distintas, se repite el mismo patrón: las actividades secundarias no agrícolas son una fuente importante de ingresos de los trabajadores agropecuarios. No solo se percibe un ingreso adicional de la actividad secundaria, sino que también la actividad principal se ve favorecida con mayores ingresos. Por lo tanto, las políticas dirigidas a mejorar la productividad, los ingresos y, en esencia, las condiciones de vida de los trabajadores del campo, deben enfocarse desde una perspectiva intersectorial. A partir de estos hallazgos, una política de mejora de ingresos de la actividad agropecuaria debería contemplar no solamente al campo, sino también a otros sectores. De no ser así, sería poco provechosa.

Notas

1  Economista. Investigador del Cepes.

2  En un posterior número de La Revista Agraria serán analizados los seis dominios restantes, con el fin de completar el análisis presentado en la presente edición.

3  Los únicos datos que llaman la atención es la notable diferencia de ingresos por actividad secundaria en servicios entre la costa norte (S/. 220) y la sierra sur (S/. 737). La intuición nos diría que, dadas las ventajas geográficas y de mayor conectividad de la costa, esta tendría que generar mayores salarios. No obstante, si se revisa con profundidad la encuesta, la conclusión es que esa diferencia de ingresos se explica por el tipo de servicios por el trabajador agropecuario. Mientras que en la costa norte la mayoría de los que trabajan en servicios como actividad secundaria (el 56 %) se dedica a «Actividades de restaurantes y de servicios móvil de comidas», en la sierra sur la mayoría (el 66 %) se dedica a «Actividades de la Administración pública en general».


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