El papa se pronuncia sobre la crisis ecológica con la encíclica Laudato si’
Artículo de La Revista Agraria N° 178, publicación del CEPES, que se distribuyó con el diario La República.
Escribe: Frank Gutiérrez Blas (1)
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Laudato si’, «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra», dice san Francisco de Asís en una bella oración de su autoría. Estas palabras han sido apropiadas por el papa Francisco al redactar una encíclica que invita a hombres y mujeres de buena voluntad, creyentes y no creyentes, a cuidar el planeta, al que denomina «casa común»(2). La novedad de la aparición de Laudato si’ (LS) es la incursión de una perspectiva de la fe en el tema de la crisis ecológica, antes abordado solamente desde un lenguaje político, económico y científico.
Cambiar la acción humana sobre la naturaleza
En LS, el papa Francisco discute sobre los grandes problemas medioambientales del mundo: ¿qué está pasando en nuestra casa que es la Tierra?, a lo que responde: ¡se ha convertido en un inmenso depósito de porquería! (LS, 21), fruto de la cultura del descarte asociada al consumismo actual, donde personas y empresas botan lo que ya no les sirve: «el sistema industrial, al final del ciclo de producción y de consumo, no ha desarrollado la capacidad de absorber y reutilizar residuos y desechos. Todavía no se ha logrado adoptar un modelo circular de producción que asegure recursos para todos y para las generaciones futuras, y que supone limitar al máximo el uso de los recursos no renovables, moderar el consumo, maximizar la eficiencia del aprovechamiento, reutilizar y reciclar» (LS, 22).
La encíclica presenta una interpretación de la raíz de este problema partiendo desde el relato de la creación presentado en la Biblia: «Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno...» (Gn 1:31). El principio de la dignidad humana se basa en que los frutos de la creación (animales, plantas y seres humanos) no son simplemente algo, sino alguien. Según el relato bíblico, esta armonía se rompió cuando los primeros humanos pretendieron ocupar el lugar de Dios y la relación armoniosa se transformó en caos y conflicto.
Tal ruptura se sigue dando hoy, cuando en lugar de cuidar la creación, la civilización humana opta por dominarla y dañarla de acuerdo con necesidades particulares y egoístas, considerándose ama y señora de la creación de Dios, en lugar de servidora de la misma. Dice el papa: «Esta responsabilidad ante una tierra que es de Dios implica que el ser humano, dotado de inteligencia, respete las leyes de la naturaleza y los delicados equilibrios entre los seres de este mundo, porque “él lo ordenó y fueron creados, él los fijó por siempre, por los siglos, y les dio una ley que nunca pasará”» (LS, 68). Esta ruptura de la armonía tiene entonces como raíz la acción humana sobre la naturaleza, la casa común de los seres creados.
La reflexión papal sobre la agricultura
Francisco presenta una larga lista de problemas medioambientales del planeta, donde el sector agrícola es uno de los más afectados. Por ejemplo, hay poblaciones enteras con acceso nulo o restringido al agua, recurso vital para el consumo humano y para la producción agrícola: «... se da especialmente en África, donde grandes sectores de la población no acceden al agua potable segura, o padecen sequías que dificultan la producción de alimentos» (LS, 28). Y el problema con el agua en el sector agrícola es que esta escasez del recurso genera a su vez incrementos de costos de producción que se traducen en mayores precios agrícolas para las zonas desprovistas de agua, que suelen ser a su vez las regiones con mayor concentración de pobreza. Para el sector agrario también es perjudicial la reducción de la biodiversidad que afecta tanto el presente como el futuro de nuestra casa común: «La pérdida de selvas y bosques implica al mismo tiempo la pérdida de especies que podrían significar en el futuro recursos sumamente importantes, no solo para la alimentación, sino también para la curación de enfermedades y para múltiples servicios» (LS, 32).
La lista de problemas que presenta Francisco se inscribe en un contexto mayor, el de un cambio climático a nivel planetario que es feroz y veloz, propiciado a su vez por patrones de producción de empresas, hábitos de consumo de personas y sistemas de intercambio que favorecen los intereses de las grandes corporaciones. A su vez, inherente a la crisis ecológica actual es la creciente dependencia de la sociedad al progreso tecnológico que arrasa y destruye los recursos naturales. Es difícil imaginarse vivir sin la cantidad de tecnología que se produce y reproduce sin cesar, con una cultura consumista que no conoce límites, lo que empuja a una continua explotación de recursos naturales y acelera la destrucción de la casa común.
Incorporar criterios éticos en la gestión de los recursos
Francisco evalúa la sociedad actual, donde se piensa que no hay límites, que el sistema puede reincorporar los desechos, o que la ciencia y la tecnología solucionarán en forma automática los problemas. Un tema que ejemplifica estos dilemas es el de la innovación biológica en la producción agrícola, donde la ciencia innova y explota sin cesar ante la inacción de muchas naciones y sociedades. Ante esto, Francisco hace un llamado a reevaluar varios criterios científicos sobre la administración de los recursos agrícolas, a fin de incorporar criterios éticos en tales prácticas: «Sin duda hace falta una atención constante, que lleve a considerar todos los aspectos éticos implicados. [...] Es preciso contar con espacios de discusión donde todos aquellos que de algún modo se pudieran ver directa o indirectamente afectados (agricultores, consumidores, autoridades, científicos, semilleras, poblaciones vecinas a los campos fumigados y otros) puedan exponer sus problemáticas o acceder a información amplia y fidedigna para tomar decisiones tendientes al bien común presente y futuro» (LS, 135).
LS termina con un enfoque de esperanza, donde ciudadanos, gobernantes y empresarios pueden ampliar la mirada hacia otra clase de progreso: uno más sano, más humano, más social y más integral. Francisco invita a soñar que un mundo mejor es posible, llama a buscar un modelo de vida basado en la convivencia, en lugar del consumismo, y a usar la ciencia y la tecnología para ayudar a las personas, en lugar de la ganancia económica. Es un mensaje que muestra esperanza en la conversión ecológica de la humanidad y en el acompañamiento del Dios creador que anima a sus creaturas a construir un nuevo y mejor rumbo para la casa común.
Notas
1 Economista de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), MBA (Universidad de Michigan) y jesuita.
2 Una encíclica es una carta solemne que el papa escribe sobre temas de fe (dirigida a los católicos) o de moral, política y economía (dirigida a todas las personas de buena voluntad). El 24 de mayo de 2015, el papa Francisco firmó la encíclica llamada Laudato si’ (Alabado seas, mi Señor), un texto en donde propone un modelo de ecología integral.
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