Nuevo ministro, viejos problemas
Por Laureano del Castillo, director ejecutivo del Cepes
El tercer ministro de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri) es el señor Oscar Zea. Asume la cartera luego del fugaz paso del ingeniero Alberto Ramos, que reemplazó a Víctor Maita, quien estuvo desde el primer gabinete de este gobierno.
Con el ministro Maita se lanzó la Segunda Reforma Agraria (2RA), la que pese a los meses transcurridos no ha pasado de aprobar sus lineamientos (originalmente nueve, reducidos luego a cinco en octubre). Las dudas sobre si continuaría la 2RA fueron despejadas durante la primera conferencia de prensa del nuevo gabinete, cuando Zea se refirió a este proceso. Siendo importante que el nuevo ministro recoja la bandera de la 2RA, no garantiza empero que ella empiece a caminar. La inexperiencia del exministro Maita en gestión pública se compensaban con su conocimiento del campo, por su trayectoria como dirigente agrario, algo de lo que carece Zea, cuya mayor experiencia es como maestro, que ha combinado con la ganadería. Presentar un proyecto de ley sobre la segunda reforma agraria (proyecto 658-2021-CR) como congresista no alcanza para calificarlo para el puesto, salvo que lo consideremos parte del proceso de aprendizaje al que se refirió el Presidente Castillo[1].
Más allá de capacidades personales, lo que está en juego es la gestión de un ministerio sumamente complejo pero desatendido en las últimas décadas. La crisis alimentaria que acompaña a la crisis sanitaria no recibió suficiente atención, pues no bastaba con facilitar líneas de crédito a los agricultores si la inmensa mayoría de ellos no podían acceder a los mismos. Pese a la descapitalización de las agricultoras y agricultores, ellos han mantenido el flujo de alimentos sanos a la mesa de la población. Pero eso tiene un límite. Mientras tanto, los precios altos de insumos (como la urea), la deforestación de nuestros bosques, la contaminación y sobrexplotación del agua continúan, al igual que el subsidio a la agroexportación. Esto último no parece preocupar al nuevo ministro, que ha propuesto aumentar los incentivos a “los hermanos agroexportadores” para que apoyen a los agricultores familiares[2].
Aunque deseamos una exitosa gestión al ministro Zea, hay que reconocer que los graves problemas del agro no se solucionan con un cambio de personas. El Midagri ha probado ser un pesado aparato, muy reactivo a cualquier intento de cambio, muchas de cuyas funciones no cuentan con presupuesto suficiente. La desarticulación con los gobiernos regionales, que deben cumplir también funciones en materia agraria es igualmente patente. Por ello, se requiere de respuestas integrales, multisectoriales y que involucren a los distintos niveles de gobierno, con la correspondiente asignación de fondos, algo que establecen instrumentos como la Ley de Promoción y Desarrollo Agrario, pero que este gobierno tampoco parece estar decidido a aplicar.
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[1] El Colegio de Ingenieros de Arequipa ha rechazado la designación como ministro de Desarrollo Agrario del señor Zea, por carecer de idoneidad en lo que coincidió la Sociedad Agraria de Arequipa, (SADA). https://bit.ly/3sDunQ6. Igualmente, la Confederación Nacional de Juntas de Usuarios del Perú ha pedido la renuncia de Oscar Zea.
[2] En una entrevista para AgroPerú, en noviembre de 2021, Zea afirmó “mi planteamiento es que se unan los pequeños productores agrarios con los grandes productores para alimentar al Perú y el mundo”. Ver https://bit.ly/3HPuKxq
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